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lunes, 2 de noviembre de 2009

Los ojos azules de Kirtash se clavaron en los ojos oscuros de Victoria. Ella quiso girar la vista, pero no pudo. Se sentía atrapada por aquella mirada.
Respiró hondo, con miedo. Aún tenía la espada de Kirtash rozando su piel. Aún tenía la espalda contra el tronco del árbol. No podía huir. No podía hacer nada sinó esperar la muerte.
Kirtash giró la cabeza para un lado. Continuaba mirándola y ella se sentía desespareda
como si el adivinara sus pensamientos, dijo:

- Te tendría que matar, ¿lo sabías?

Victoria quiso hablar, pero tenía la garganta seca. Los ojos se le llenaron de lágrimas de terror.
Y entonces, sorprendentemente, Kirtash alzó la mano izquierda y le acarició la mejilla con los dedos, suavemente. Victoria se estremeció. ¿Como podía haber tanta dulzura en esas manos asesinas?
Él le apartó un mechon de pelo que le caía a la cara. Y no dejó de mirarla.
[....]
Y entonces, finalmente, Kirtash habló:
- Pero tú no tendrías que morir - dijo.



Memorias de Idhun, Laura Gallego

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